Celebración de San Valentín y Santa Misa en Alcalá de Henares: aprender a amar y orar por la vida

Un modo diferente de celebrar San Valentín

Festividad de San Valentín: una ocasión de gracia, sugerida por el Papa Francisco

«El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente» (San Juan Pablo II, Redemptor hominis, 10)

A esta celebración están invitados todos los que deseen la bendición de Dios para aprender a amar o crecer en el amor: los novios, los prometidos, los matrimonios católicos, los matrimonios con dificultades, los solteros, los viudos o los consagrados.

Desde 2013, y por noveno año consecutivo, la diócesis de Alcalá de Henares, a iniciativa de su Obispo Mons. Juan Antonio Reig Pla, conmemorará la fiesta de San Valentín con una celebraciòn de oración por los novios, los prometidos y los matrimonios. También se orará, en particular, por los matrimonios con dificultades, separados o divorciados; también están invitados los solteros, viudos o consagrados. En la celebración se pedirá, asimismo, por toda vida humana desde la concepción y hasta la muerte natural.

Es interesante destacar que también el Papa Francisco celebró una Vigilia de San Valentín en 2014 y que en la Exhortación Amoris laetitia confirmó la oportunidad de aprovechar esta celebración para ayudar a crecer en el amor: «Todas las acciones pastorales tendientes a ayudar a los matrimonios a crecer en el amor y a vivir el Evangelio en la familia, son una ayuda inestimable para que sus hijos se preparen para su futura vida matrimonial. Tampoco hay que olvidar los valiosos recursos de la pastoral popular. Para dar un sencillo ejemplo, recuerdo el día de san Valentín, que en algunos países es mejor aprovechado por los comerciantes que por la creatividad de los pastores» (n. 208).


El sábado 13 de febrero de 2021, a las 18:45 horas, en la Catedral-Magistral de Alcalá de Henares, tendrá lugar un año más, Dios mediante, una celebración de oración y testimonios, presidida por Mons. Juan Antonio Reig Pla; además, este año, a continuaciòn se celebrará la Santa Misa. A esta celebración están invitados todos los que deseen la bendición de Dios para aprender a amar o crecer en el amor: los novios, los prometidos, los matrimonios católicos, pero también los solteros, viudos o consagrados.

También están invitados los matrimonios con dificultades, separados o divorciados, que quieran pedir a Dios la sanación de sus matrimonios y familias.

Asimismo, en la celebración se orará por toda vida humana desde la concepción y hasta la muerte natural; muy particularmente, el señor Obispo procederá a bendecir a todas las madres gestantes que asistan a la celebración.

En la Catedral-Magistral tendrán un lugar reservado las madres gestantes, así como los prometidos que vayan a casarse en 2020-2021, los esposos que cumplen su primer año de casados y los matrimonios que celebran sus bodas de plata (25 años) u oro (50 años); para ello deberán comunicar a sus párrocos, o al correo electrónico que se cita más abajo, su asistencia.

El correo donde se puede confirmar la asistencia es:
sanvalentin@obispadoalcala.org

Además, con ocasión de esta festividad, la página web del Obispado de Alcalá de Henares ofrece a sus lectores una sección titulada “Palabras de amor” donde se sugieren algunos textos para aprender a amar, para aprender a pensar sobre el amor, y, en fin, para aprender, con verdad, a hablar y a escribir, de amor y con amor, a la amada, al amado (www.obispadoalcala.org/palabrasdeamor.html).

«El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta» (1 Co 13, 4-7)

 

«Tobías, recordando lo que le había dicho Rafael, sacó de la bolsa el hígado y el corazón del pez y los arrojó en el brasero del incienso. El olor del pez expulsó al demonio, que huyó volando hasta la región de Egipto. Rafael salió inmediatamente tras él y lo retuvo allí, atado de pies y manos. Cuando todos hubieron salido y cerrado la puerta de la habitación, Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara: «Levántate, mujer. Vamos a rezar pidiendo a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos proteja». Ella se levantó, y comenzaron a suplicar la protección del Señor. Tobías oró así: «Bendito seas, Dios de nuestros padres, y bendito tu nombre por siempre. Que por siempre te alaben los cielos y todas tus criaturas. Tú creaste a Adán y le diste a Eva, su mujer, como ayuda y apoyo. De ellos nació la estirpe humana. Tú dijiste: “No es bueno que el hombre esté solo; hagámosle una ayuda semejante a él”. Al casarme ahora con esta mujer, no lo hago por impuro deseo, sino con la mejor intención. Ten misericordia de nosotros y haz que lleguemos juntos a la vejez». Los dos dijeron: «Amén, amén». Y durmieron toda la noche. Ragüel se levantó y fue con sus criados a cavar una fosa, pues se dijo: «Es posible que haya perecido, y ello nos convierta en burla y escarnio para la gente». Cuando terminaron de cavar la fosa, Ragüel volvió a casa, llamó a su mujer y le dijo: «Manda que vaya una criada a ver si está vivo. Si ha muerto, lo enterraremos sin que nadie se entere». Encendieron una lámpara, abrieron la puerta e hicieron entrar a la criada. Ella los encontró acostados, durmiendo los dos juntos. Salió y les dijo: «Está vivo. No le ha pasado nada». Entonces Ragüel dio gracias al Dios del cielo: «Bendito seas, Dios, con toda verdad. Que te bendigan todos los siglos. Bendito seas por el gozo que me das: no ha pasado lo que me temía, y nos has mostrado tu gran misericordia. Bendito seas por haberte compadecido de estos dos hijos únicos. Señor, derrama sobre ellos tu misericordia y protección. Concédeles larga vida de amor y felicidad». Después ordenó a los criados que cerraran la fosa antes del amanecer.» (Tb 8, 2-18).


 

Carta del Obispo de Alcalá de Henares sobre San Valentín (2013)
La festividad de San Valentín: una ocasión de gracia

San Valentín, obispo y mártir, patrón de la ciudad de Terni (Italia) y protector de los enamorados de todo el mundo nació en Terni en el 175 d.C. Valentín dedicó toda su vida a la comunidad cristiana que se había formado en la ciudad a cien kilómetros de Roma, donde arreciaba la persecución contra los seguidores de Jesús.

El eco de los clamorosos milagros realizados por el santo, llegó hasta Roma y se difundió pronto por todo el imperio. El Papa San Feliciano lo consagró primer Obispo de la ciudad de Terni, y todavía hoy conserva los restos mortales. Su nombre está siempre unido al amor por un episodio que en aquel tiempo fue muy clamoroso: cuenta la tradición que San Valentín fue el primer religioso que celebró la unión entre un legionario pagano y una joven cristiana. Seguidamente fueron muchos los que desearon su bendición. Todavía hoy este hecho se recuerda durante la fiesta de la promesa en la Basílica que lleva su nombre en Terni (www.diocesi.terni.it).

Consciente de que el hombre [varón y mujer] es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión (Beato Juan Pablo II, Redemptor hominis, 14), he querido recoger la experiencia pastoral que viene realizándose en la diócesis de Terni (Italia), donde se veneran las reliquias de San Valentín, para promover en Alcalá de Henares una Vigilia de oración por los novios, los prometidos y los matrimonios. También oraremos, en particular, por los matrimonios con dificultades, separados o divorciados.

Todos buscamos amar y ser amados; pero para ello necesitamos un maestro. Necesitamos volver a Jesucristo, el divino Maestro, para aprender a amar y para tener la fuerza para amar, cada cual según su propio estado y condición. El Espíritu Santo, que es Amor, es quien abre nuestros corazones para recibir el don del amor auténtico.

En este sentido es necesario recordar a todos, y de manera especial a los jóvenes, al menos tres verdades sin las cuales la vida conyugal está llamada al fracaso. Primero: la unidad sustancial cuerpo-espíritu. No somos sólo cuerpo o sólo espíritu. Somos un espíritu encarnado; el cuerpo no es una prótesis de la persona, es sacramento de la persona, su visibilización. Segundo: la diferencia sexual, no es un accidente, es constitutiva de la persona. Somos persona-varón o persona-mujer por voluntad de Dios, y desde esa diferencia somos llamados al amor. Nuestro cuerpo, cada aspecto de nuestra anatomía, tiene una dimensión nupcial, está creado para el don, para amar, y en el ámbito del matrimonio se hace lenguaje del amor en el abrazo conyugal abierto a la posibilidad del don de una nueva vida. Tercero: como consecuencia del pecado original, todos somos víctimas de la concupiscencia, es decir, de una inclinación al mal que permanece en los seres humanos aún después del bautismo; por ello, es necesaria la redención del corazón, la gracia de Jesucristo que nos capacita para amar y perdonar.

Desde estos presupuestos es necesario explicar, como lo hace Papa Benedicto XVI, que “el enamoramiento es bello, pero quizás no siempre perpetuo”, por ello “el enamoramiento debe hacerse verdadero amor, implicando la voluntad y la razón en un camino de purificación, de mayor hondura” (02-06-2012). La Iglesia quiere ayudar, paso a paso, sin quemar etapas, a quienes legítimamente desean aprender a amar de un modo conyugal, ofreciendo las gracias que brotan del costado abierto de Cristo, desposado con la humanidad en el lecho de la cruz. Es necesario iluminar a esta generación y combatir con amor y ardor evangélico el materialismo y el emotivismo, pero también el espiritualismo y el voluntarismo, e incluso las supersticiones entorno al enamoramiento y el amor. Sin la conversión, sin la inteligencia y la voluntad sanadas por la gracia de Dios no es posible un amor verdadero y duradero que implique a toda la persona: cuerpo, psique y espíritu. Con ánimo de buen samaritano, con el aceite de la misericordia y el vino del amor, deseamos acoger a todos en la posada de la Iglesia, aprovechando la festividad de San Valentín como una ocasión de gracia que alcance a cercanos y lejanos. El hombre no puede vivir sin amor (RH, 10). Que la Sagrada Familia de Nazaret vele sobre todos nosotros y sea nuestro modelo y guía para aprender a amar.

Con mi bendición y afecto,

+ Juan Antonio Reig Pla
Obispo Complutense

 

Palabras del Papa Francisco a los recién casados

«Pero la cosa más importante es caminar juntos, colaborando, ayudándose mutuamente; pedir disculpas, reconocer los propios errores y pedir perdón, pero también aceptar las disculpas de los demás perdonando —¡cuán importante es esto!—. A veces pienso en los matrimonios que después de muchos años se separan. «Eh… no, no nos entendemos, nos hemos separado». Tal vez no han sabido pedir disculpas a tiempo. Tal vez no han sabido perdonar a tiempo. A los recién casados les doy siempre este consejo: «Reñid lo que queráis. Si vuelan los platos, dejadlos. Pero nunca acabar el día sin hacer las paces. ¡Nunca!». Si los matrimonios aprenden a decir: «Perdona, estaba cansado», o sólo un gesto: esta es la paz; y retomar la vida al día siguiente. Este es un buen secreto, y evita estas separaciones dolorosas. Cuán importante es caminar unidos, sin evasiones hacia adelante, sin nostalgias del pasado. Y mientras se camina se habla, se conocen, se cuentan unos a otros, se crece en el ser familia» (Papa Francisco, Discurso, 4-10-2013).

 

Palabras del Papa Benedicto XVI sobre el enamoramiento y el amor

«Desde el s. XIX, viene la emancipación del individuo, de la persona, y el matrimonio no se basa en la voluntad de otros, sino en la propia elección; comienza con el enamoramiento, se convierte luego en noviazgo y finalmente en matrimonio. En aquel tiempo, todos estábamos convencidos de que ese era el único modelo justo y de que el amor garantizaba de por sí el «siempre», puesto que el amor es absoluto y quiere todo, también la totalidad del tiempo: es «para siempre». Desafortunadamente, la realidad no era así: se ve que el enamoramiento es bello, pero quizás no siempre perpetuo, como lo es también el sentimiento: no permanece por siempre. Por tanto, se ve que el paso del enamoramiento al noviazgo y luego al matrimonio exige diferentes decisiones, experiencias interiores. Como he dicho, es bello este sentimiento de amor, pero debe ser purificado, ha de seguir un camino de discernimiento, es decir, tiene que entrar también la razón y la voluntad; han de unirse razón, sentimiento y voluntad. En el rito del matrimonio, la Iglesia no dice: «¿Estás enamorado?», sino «¿quieres?», «¿estás decidido?».Es decir, el enamoramiento debe hacerse verdadero amor, implicando la voluntad y la razón en un camino de purificación, de mayor hondura, que es el noviazgo, de modo que todo el hombre, con todas sus capacidades, con el discernimiento de la razón y la fuerza de voluntad, dice realmente: «Sí, esta es mi vida».Yo pienso con frecuencia en la boda de Caná. El primer vino es muy bueno: es el enamoramiento. Pero no dura hasta el final: debe venir un segundo vino, es decir, tiene que fermentar y crecer, madurar. Un amor definitivo que llega a ser realmente «segundo vino» es más bueno, mejor que el primero. Y esto es lo que hemos de buscar. Y aquí es importante también que el yo no esté aislado, el yo y el tú, sino que se vea implicada también la comunidad de la parroquia, la Iglesia, los amigos. Es muy importante esto, toda la personalización justa, la comunión de vida con otros, con familias que se apoyan una a otra; y sólo así, en esta implicación de la comunidad, de los amigos, de la Iglesia, de la fe, de Dios mismo, crece un vino que vale para siempre. ¡Os felicito!» (Benedicto XVI. Milán, 2-6-2012).

 

Historia de San Valentín y aspectos pastorales

San Valentín, obispo y mártir, patrón de la ciudad de Terni (Italia) y protector de los enamorados de todo el mundo nació en Terni en el 175 d.C. Valentín dedicó toda su vida a la comunidad cristiana que se había formado en la ciudad a cien kilómetros de Roma, donde arreciaba la persecución contra los seguidores de Jesús.

El eco de los clamorosos milagros realizados por el santo, llegó hasta Roma y se difundió pronto por todo el imperio, así fue que el Papa San Feliciano lo consagró  primer Obispo de la ciudad de Terni, y todavía hoy conserva los restos mortales. Su nombre está siempre unido al amor por un episodio que en aquel tiempo fue  muy clamoroso: cuenta la tradición que San Valentín fue el primer religioso que celebró la unión entre un legionario pagano y una joven cristiana. Seguidamente fueron muchos que desearon su bendición, todavía hoy  este hecho se recuerda durante la fiesta de la promesa en la Basílica que lleva su nombre en Terni. Durante el período de su vida pastoral fue muy amado por la población umbra. Durante las persecuciones cristianas San Valentín fue encarcelado y azotado en la vía Flaminia, lejos de la ciudad para evitar tumultos y represalias de parte de los fieles, y fue entonces martirizado. Al cuerpo del Obispo de Terni se le dio sepultura apresuradamente en un cementerio al aire libre, colocado en la segunda milla de la vía Flaminia, a poca distancia de Roma. Más tarde tres fieles discípulos lograron desenterrar el cuerpo y llevarlo de nuevo a  la ciudad, llamada entonces Interamna para asignarle una sepultura digna para su veneración. Fue el 14 de Febrero del 273 d.C. cuando fue martirizado. En el calendario romano pagano el 14 de Febrero era el día de la fiesta de la  fertilidad: San Valentín ha cubierto, en el calendario católico, esta festividad; la “elección del amor” en el matrimonio  pertenece al siglo XIX y por tanto, sólo en este siglo se pasó la fiesta de la fertilidad a la de los enamorados. Después de la muerte de San Valentín, la veneración por las gestas y ejemplo del Patrón del amor era cada vez más viva y se había difundido más allá de los confines de Roma. Los fieles de la ciudad en la cual había sido el primer Obispo, decidieron por tanto de hacerle un homenaje, construyendo una iglesia. Una suntuosa Basílica empezó a edificarse  precisamente allí donde los discípulos de San Valentín habían transportado su cuerpo y donde habían sido ellos mismos sepultados.

En el 1630 fueron terminados los últimos trabajos y la bendición fue oficiada el 20 de Julio del mismo año por parte del Obispo de Terni  Mons. Cósimo Mannucci. La consagración adviene en 1649 por parte del que era entonces Obispo de Terni, Cardenal Francisco Angel Rapaccioli. Los Padres Carmelitas cuidan hasta el día de hoy de la Basílica, que fue restaurada durante la segunda guerra mundial, cuando la iglesia  fue constituida parroquia, y finalmente entre mil novecientos sesenta y setenta  le fue conferido de manera definitiva el aspecto que tiene actualmente. El cuerpo de San Valentín está guardado en una urna de plata maciza construida en el 1906 y colocada debajo del altar mayor. La exhumación de las reliquias se realizó en el 1605 por voluntad del Obispo ternano  Juan Antonio Onorati que autorizó las excavaciones debajo del altar mayor de la Basílica. Un arca construida con lápidas de mármol conservaba una pequeña teca de plomo ornada tan sólo con una cruz. Eran los restos del cuerpo de San Valentín. Debajo del altar mayor  actualmente todavía visible está la cripta que era la tumba de San Valentín y un pequeño oratorio con un altar. En la cripta también  se encuentra la caja de mármol que contiene las cenizas de los cuerpos de los discípulos de San Valentín. En los  años 1971-72, contemporáneamente a la cripta que se ha podido mostrar, se dispuso un museo en el que están expuestos  algunos fragmentos y  hallazgos arqueológicos encontrados en las distintas excavaciones.

En la ciudad de Terni (Italia) se celebra la “fiesta de la promesa” de los enamorados que ha llegado a ser a partir de algunos años una manifestación de grande atracción donde se dan cita parejas de todas las partes de Italia y del extranjero. Es la fiesta del amor de todos aquellos novios que quieren intercambiar la promesa solemne de matrimonio en el día de San Valentín y en la basílica erigida sobre sus restos mortales. Junto a la solemne ceremonia de la promesa se celebra la de los matrimonios que festejan las bodas de plata, de oro o un largo período de vida conyugal para confirmar su amor con la nueva promesa solemne de continuar la vida juntos.

 


 


 


 


 

Marc Chagall. Le Cantique des Cantiques III. 1960

Otras iniciativas familiares de la Diócesis de Alcalá de Henares: