El Reinado Social de Cristo

«Deber social de los cristianos es respetar y suscitar en cada hombre el amor de la verdad y del bien. Les exige dar a conocer el culto de la única verdadera religión, que subsiste en la Iglesia católica y apostólica (cf DH 1). Los cristianos son llamados a ser la luz del mundo (cf AA 13). La Iglesia manifiesta así la realeza de Cristo sobre toda la creación y, en particular, sobre las sociedades humanas (cf León XIII, Carta enc. Immortale Dei; Pío XI, Carta enc. Quas primas)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2105)

El Buen Pastor

 

«Ceñida vuestra cintura con la verdad y revestidos de la justicia como coraza, calzados los pies con el celo por el evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno. Tomad, también, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios» (Ef 6, 14-17)

 

Catecismo de la Iglesia Católica: «La Iglesia ha rechazado las ideologías totalitarias y ateas asociadas en los tiempos modernos al “comunismo” o “socialismo”. Por otra parte, ha rechazado en la práctica del “capitalismo” el individualismo y la primacía absoluta de la ley de mercado sobre el trabajo humano (cf CA 10. 13. 44). La regulación de la economía por la sola planificación centralizada pervierte en su base los vínculos sociales; su regulación únicamente por la ley de mercado quebranta la justicia social, porque “existen numerosas necesidades humanas que no pueden ser satisfechas por el mercado” (CA 34). Es preciso promover una regulación razonable del mercado y de las iniciativas económicas, según una justa jerarquía de valores y con vistas al bien común» (n. 2425).

Concilio Vaticano II: «Mas como Jesús, después de haber padecido muerte de cruz por los hombres, resucitó, se presentó por ello constituido en Señor, Cristo y Sacerdote para siempre (cf. Hch 2,36; Hb 5,6; 7,17-21) y derramó sobre sus discípulos el Espíritu prometido por el Padre (cf. Hch 2,33). Por esto la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando fielmente sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese reino. Y, mientras ella paulatinamente va creciendo, anhela simultáneamente el reino consumado y con todas sus fuerzas espera y ansia unirse con su Rey en la gloria». «A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios» (Lumen gentium, nn. 5 y 31).

“El apostolado en el medio social, es decir, el esfuerzo por llenar de espíritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes, y las estructuras de la comunidad en que uno vive, hasta tal punto es deber y carga de los laicos, que nunca lo pueden realizar convenientemente otros.” (Apostolicam actuositatem, n. 13).

Papa Francisco: «Cuando las familias tienen hijos, los forman en la fe y en sanos valores, y les enseñan a colaborar en la sociedad, se convierten en una bendición para nuestro mundo. Las familias pueden llegar a ser una bendición para el mundo. El amor de Dios se hace presente y operante a través de nuestro amor y de las buenas obras que hacemos. Extendemos así el reino de Cristo en este mundo. Y al hacer esto, somos fieles a la misión profética que hemos recibido en el bautismo» (Discurso en el Encuentro con las Familias en Mall of Asia Arena, Manila, Filipinas, 16-1-2015).

“Leyendo las Escrituras queda por demás claro que la propuesta del Evangelio no es sólo la de una relación personal con Dios. Nuestra respuesta de amor tampoco debería entenderse como una mera suma de pequeños gestos personales dirigidos a algunos individuos necesitados, lo cual podría constituir una «caridad a la carta», una serie de acciones tendentes sólo a tranquilizar la propia conciencia. La propuesta es el Reino de Dios (cf. Lc 4,43); se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales. Buscamos su Reino: «Buscad ante todo el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura» (Mt 6,33). El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de su Padre; Él pide a sus discípulos: «¡Proclamad que está llegando el Reino de los cielos!» (Mt 10,7)” (Evangelium gaudium, 180).

Papa Benedicto XVI: «Tanto el capitalismo como el marxismo prometieron encontrar el camino para la creación de estructuras justas y afirmaron que éstas, una vez establecidas, funcionarían por sí mismas; afirmaron que no sólo no habrían tenido necesidad de una precedente moralidad individual, sino que ellas fomentarían la moralidad común. Y esta promesa ideológica se ha demostrado que es falsa. Los hechos lo ponen de manifiesto. El sistema marxista, donde ha gobernado, no sólo ha dejado una triste herencia de destrucciones económicas y ecológicas, sino también una dolorosa opresión de las almas. Y lo mismo vemos también en Occidente, donde crece constantemente la distancia entre pobres y ricos y se produce una inquietante degradación de la dignidad personal con la droga, el alcohol y los sutiles espejismos de felicidad. Las estructuras justas son, como he dicho, una condición indispensable para una sociedad justa, pero no nacen ni funcionan sin un consenso moral de la sociedad sobre los valores fundamentales y sobre la necesidad de vivir estos valores con las necesarias renuncias, incluso contra el interés personal. Donde Dios está ausente -el Dios del rostro humano de Jesucristo- estos valores no se muestran con toda su fuerza, ni se produce un consenso sobre ellos. No quiero decir que los no creyentes no puedan vivir una moralidad elevada y ejemplar; digo solamente que una sociedad en la que Dios está ausente no encuentra el consenso necesario sobre los valores morales y la fuerza para vivir según la pauta de estos valores, aun contra los propios intereses» (Discurso en la Sala de Conferencias del Santuario de Aparecida, 13-5-2007).

Papa San Juan Pablo II: «La Iglesia tiene como único camino dirigir la mirada a Cristo, Redentor del hombre, plenitud de la revelación. Como afirmé en la encíclica Fides et ratio, «la Revelación cristiana es la verdadera estrella que orienta al hombre que avanza entre los condicionamientos de la mentalidad inmanentista y las estrecheces de una lógica tecnocrática» (n. 15). Esta orientación se nos ofrece precisamente a través de la revelación del fundamento de la realidad, es decir, del Padre que la creó y la mantiene, en todo instante, en el ser. (…)

La respuesta cristiana al fracaso de la antropología individualista y colectivista exige un personalismo ontológico arraigado en el análisis de las relaciones familiares primarias. Racionalidad y relacionalidad de la persona humana, unidad y diferencia en la comunión y las polaridades constitutivas de hombre-mujer, espíritu-cuerpo e individuo-comunidad, son dimensiones co-esenciales e inseparables. Así, la reflexión sobre la persona, el matrimonio y la familia puede integrarse, en último término, en la doctrina social de la Iglesia, y acaba por convertirse en una de sus raíces más sólidas» (Discurso a los participantes en una semana internacional de estudio sobre el matrimonio y la familia, 27-8-1999).

Papa Pío XI: «Es, pues, necesario que Cristo reine en la inteligencia del hombre, la cual, con perfecto acatamiento, ha de asentir firme y constantemente a las verdades reveladas y a la doctrina de Cristo; es necesario que reine en la voluntad, la cual ha de obedecer a las leyes y preceptos divinos; es necesario que reine en el corazón, el cual, posponiendo los afectos naturales, ha de amar a Dios sobre todas las cosas, y sólo a El estar unido; es necesario que reine en el cuerpo y en sus miembros, que como instrumentos, o en frase del apóstol San Pablo, como armas de justicia para Dios, deben servir para la interna santificación del alma» (Encíclica Quas primas, n. 34).

 

Pantocrator Kiko Argüello

 

«El Reino inaugurado por Cristo perfecciona la bondad originaria de la creación y de la actividad humana, herida por el pecado. Liberado del mal y reincorporado en la comunión con Dios, todo hombre puede continuar la obra de Jesús con la ayuda de su Espíritu: hacer justicia a los pobres, liberar a los oprimidos, consolar a los afligidos, buscar activamente un nuevo orden social, en el que se ofrezcan soluciones adecuadas a la pobreza material y se contrarresten más eficazmente las fuerzas que obstaculizan los intentos de los más débiles para liberarse de una condición de miseria y de esclavitud». «La Iglesia anuncia que Cristo, vencedor de la muerte, reina sobre el universo que Él mismo ha rescatado. Su Reino incluye también el tiempo presente y terminará sólo cuando todo será consignado al Padre y la historia humana se concluirá con el juicio final (cf. 1 Co 15,20-28)». (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, nn. 325 y 383)

 

«La familia, la comunidad cristiana y la escuela son los pilares para una verdadera renovación – a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia – de la sociedad, de la cultura y de la política. Corromper la familia y la escuela hace imposible el Bien común. La base doctrinal de la “sana laicidad”, «implica que las realidades terrenas ciertamente [gocen] de una autonomía efectiva de la esfera eclesiástica, pero no del orden moral» (Benedicto XVI, Discurso los participantes en el 56° Congreso nacional organizado por la Unión de Juristas Católicos Italianos, 9-12-2006); ésta es la razón por la que no es legítima la separación Verdad-Estado. Debemos recuperar el Magisterio de la Iglesia Católica sobre el Reinado Social de Cristo (Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2105). Desde la «primacía de la gracia» «la propuesta es el Reino de Dios (cf. Lc 4,43); se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos (Papa Francisco, Evangelii gaudium, 180)» (Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Alcalá de Henares, Los retos de la familia en el contexto actual, 8-5-2017)

 

«Una cosa es la separación administrativa Iglesia-Estado y otra muy distinta, y gravemente ilegítima, es la separación Verdad-Estado» (Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Alcalá de Henares, Misericordia con todos, también con los embriones, 23-2-2016)

 

Algunos documentos de la Iglesia

Encíclica Populorum progressio, 26-3-1967. San Pablo VI
Encíclica Pacem in terris, 11-4-1963. San Juan XXIII
Encíclica Mater et magistra (sobre el llamado socialismo moderado ver el n. 34), 15-5-1961. San Juan XXIII
Encíclica Summi Pontificatus, 20-10-1939. Pío XII
Encíclica Divini redemptoris, (sobre el comunismo ateo), 19-3-1937. Pío XI
Encíclica Mit brennender Sorge, (sobre la situación de la Iglesia Cat. en el Reich alemán), 14-3-1937. Pío XI
Encíclica Non abbiamo bisogno, (acerca del fascismo y la acción católica), 29-6-1931. Pío XI
Encíclica Quadragesimo anno, 15-5-1931. Pío XI
Encíclica Quas primas (sobre la fiesta de Cristo Rey), 11-12-1925. Pío XI
Encíclica Pascendi Dominici Gregis (sobre las doctrinas modernistas), 8-9-1907. San Pío X
Encíclica Rerum novarum, 15-5-1891. León XIII
Encíclica Libertas praestantissimum (sobre la libertad y el liberalismo), 20-6-1888. León XIII
Encíclica Immortale Dei (sobre la constitución cristiana del Estado), 1-11-1885. León XIII


 

Algunos temas


 

«Promover y consolidar el reinado social de Jesucristo en el Santísimo Sacramento» (Pío XII, Radiomensaje al Primer Congreso Eucarístico Nacional de Guatemala, 22-4-1951)