VÍDEO-RESUMEN
Vigilia de San Valentín en Alcalá de Henares

Catedral-Magistral de
Alcalá de Henares

Sábado, 12 de febrero de 2022, 21:00 horas

Presidió: Mons. Juan Antonio Reig Pla
Obispo Complutense



Un modo diferente de celebrar San Valentín

En el contexto de la Semana del Matrimonio: del 10 al 13 de enero e 2022

«El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente» (San Juan Pablo II, Redemptor hominis, 10)

A esta Vigilia estaban invitados todos los que deseen la bendición de Dios para aprender a amar o crecer en el amor: los novios, los prometidos, los matrimonios católicos, los matrimonios con dificultades, los solteros, los viudos o los consagrados.

Desde 2013, y por décimo año consecutivo, la diócesis de Alcalá de Henares, a iniciativa de su Obispo Mons. Juan Antonio Reig Pla, celebró la fiesta de San Valentín. La celebración de 2022 consistió en una vigilia de oración por los novios, los prometidos y los matrimonios. También se oró, en particular, por los matrimonios con dificultades, separados o divorciados; también estaban invitados los solteros, viudos o consagrados. En la celebración se pedió, asimismo, por toda vida humana desde la concepción y hasta la muerte natural.

Es interesante destacar que también el Papa Francisco celebró una Vigilia de San Valentín en 2014 y que en la Exhortación Amoris laetitia confirmó la oportunidad de aprovechar esta celebración para ayudar a crecer en el amor:

«Todas las acciones pastorales tendientes a ayudar a los matrimonios a crecer en el amor y a vivir el Evangelio en la familia, son una ayuda inestimable para que sus hijos se preparen para su futura vida matrimonial. Tampoco hay que olvidar los valiosos recursos de la pastoral popular. Para dar un sencillo ejemplo, recuerdo el día de san Valentín, que en algunos países es mejor aprovechado por los comerciantes que por la creatividad de los pastores» (AL, n. 208).


El sábado 12 de febrero de 2022, a las 21:00 horas, en la Catedral-Magistral de Alcalá de Henares, celebramos un año más una Vigilia de oración y bendición, presidida por Mons. Juan Antonio Reig Pla. A esta Vigilia estaban invitados todos los que deseasen la bendición de Dios para aprender a amar o crecer en el amor: los novios, los prometidos, los matrimonios católicos, pero también los solteros, viudos o consagrados.

También estaban invitados los matrimonios con dificultades, separados o divorciados, que quisieran pedir a Dios la sanación de sus matrimonios y familias.

Asimismo, en la celebración se oró por toda vida humana desde la concepción y hasta la muerte natural; muy particularmente, el señor Obispo procedió a bendecir a todas las madres gestantes que asistierona la Vigilia.

Además, con ocasión de esta festividad, la página web del Obispado de Alcalá de Henares ofreció a sus lectores una sección titulada “Palabras de amor” donde se sugieren algunos textos para aprender a amar, para aprender a pensar sobre el amor, y, en fin, para aprender, con verdad, a hablar y a escribir, de amor y con amor, a la amada, al amado (www.obispadoalcala.org/palabrasdeamor). También se ofreció un portal con citas de las Sagradas Escrituras y del Magisterio de la Iglesia sobre el Amor y Amar (www.obispadoalcala.org/amor-y-amar.html)


«El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta» (1 Co 13, 4-7)

“Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara: «Levántate, hermana, y oremos para pedir al Señor que nos manifieste su misericordia y su salvación»” (Tb 8, 4b)

Carta del Obispo de Alcalá de Henares sobre San Valentín (2013)

La festividad de San Valentín: una ocasión de gracia
San Valentín, obispo y mártir, patrón de la ciudad de Terni (Italia) y protector de los enamorados de todo el mundo nació en Terni en el 175 d.C. Valentín dedicó toda su vida a la comunidad cristiana que se había formado en la ciudad a cien kilómetros de Roma, donde arreciaba la persecución contra los seguidores de Jesús.

El eco de los clamorosos milagros realizados por el santo, llegó hasta Roma y se difundió pronto por todo el imperio. El Papa San Feliciano lo consagró  primer Obispo de la ciudad de Terni, y todavía hoy conserva los restos mortales. Su nombre está siempre unido al amor por un episodio que en aquel tiempo fue  muy clamoroso: cuenta la tradición que San Valentín fue el primer religioso que celebró la unión entre un legionario pagano y una joven cristiana. Seguidamente fueron muchos los que desearon su bendición. Todavía hoy  este hecho se recuerda durante la fiesta de la promesa en la Basílica que lleva su nombre en Terni  (www.diocesi.terni.it).

Consciente de que el hombre [varón y mujer] es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión (Beato Juan Pablo II, Redemptor hominis, 14), he querido recoger la experiencia pastoral que viene realizándose en la diócesis de Terni (Italia), donde se veneran las reliquias de San Valentín, para promover en Alcalá de Henares una Vigilia de oración por los novios, los prometidos y los matrimonios. También oraremos, en particular, por los matrimonios con dificultades, separados o divorciados.

Todos buscamos amar y ser amados; pero para ello necesitamos un maestro. Necesitamos volver a Jesucristo, el divino Maestro, para aprender a amar y para tener la fuerza para amar, cada cual según su propio estado y condición. El Espíritu Santo, que es Amor, es quien abre nuestros corazones para recibir el don del amor auténtico.

En este sentido es necesario recordar a todos, y de manera especial a los jóvenes, al menos tres verdades sin las cuales la vida conyugal está llamada al fracaso. Primero: la unidad sustancial cuerpo-espíritu. No somos sólo cuerpo o sólo espíritu. Somos un espíritu encarnado; el cuerpo no es una prótesis de la persona, es sacramento de la persona, su visibilización. Segundo: la diferencia sexual, no es un accidente, es constitutiva de la persona. Somos persona-varón o persona-mujer por voluntad de Dios, y desde esa diferencia somos llamados al amor. Nuestro cuerpo, cada aspecto de nuestra anatomía, tiene una dimensión nupcial, está creado para el don, para amar, y en el ámbito del matrimonio se hace lenguaje del amor en el abrazo conyugal abierto a la posibilidad del don de una nueva vida. Tercero: como consecuencia del pecado original, todos somos víctimas de la concupiscencia, es decir, de una inclinación al mal que permanece en los seres humanos aún después del bautismo; por ello, es necesaria la redención del corazón, la gracia de Jesucristo que nos capacita para amar y perdonar.

Desde estos presupuestos es necesario explicar, como lo hace Papa Benedicto XVI, que el enamoramiento es bello, pero quizás no siempre perpetuo, por ello el enamoramiento debe hacerse verdadero amor, implicando la voluntad y la razón en un camino de purificación, de mayor hondura (02-06-2012). La Iglesia quiere ayudar, paso a paso, sin quemar etapas, a quienes legítimamente desean aprender a amar de un modo conyugal, ofreciendo las gracias que brotan del costado abierto de Cristo, desposado con la humanidad en el lecho de la cruz. Es necesario iluminar a esta generación y combatir con amor y ardor evangélico el materialismo y el emotivismo, pero también el espiritualismo y el voluntarismo, e incluso las supersticiones entorno al enamoramiento y el amor. Sin la conversión, sin la inteligencia y la voluntad sanadas por la gracia de Dios no es posible un amor verdadero y duradero que implique a toda la persona: cuerpo, psique y espíritu. Con ánimo de buen samaritano, con el aceite de la misericordia y el vino del amor, deseamos acoger a todos en la posada de la Iglesia, aprovechando la festividad de San Valentín como una ocasión de gracia que alcance a cercanos y lejanos. El hombre no puede vivir sin amor (RH, 10). Que la Sagrada Familia de Nazaret vele sobre todos nosotros y sea nuestro modelo y guía para aprender a amar.

Con mi bendición y afecto,

+ Juan Antonio Reig Pla, Obispo Complutense
 

Carta a los novios, del Obispo de Alcalá de Henares, con ocasión de la festividad de San Valentín (2019)

San Valentín, obispo y mártir, nació en Terni en el 175 d.C. Valentín dedicó toda su vida a la comunidad cristiana que se había formado en la ciudad a cien kilómetros de Roma, donde arreciaba la persecución contra los seguidores de Jesús. El eco de los clamorosos milagros realizados por el santo, llegó hasta Roma y se difundió pronto por todo el imperio. El Papa San Feliciano lo consagró primer Obispo de la ciudad de Terni, y todavía hoy conserva los restos mortales. Su nombre está siempre unido al amor por un episodio que en aquel tiempo fue muy clamoroso: cuenta la tradición que San Valentín fue el primer religioso que celebró la unión entre un legionario pagano y una joven cristiana.

Hoy cuando se utiliza la figura de San Valentín como referencia al día de los enamorados, conviene, queridos novios, distinguir bien qué es el amor para que no sea distorsionado por el reclamo del consumismo. Amar no es sólo ni fundamentalmente un “sentimiento” como se afirma con frecuencia en la cultura ‘emotivista’ en la que vivimos. “Amar es desear el bien a alguien” es, por tanto, “un acto de voluntad que consiste en preferir de manera constante, por encima del propio el bien, el bien de los demás” (Papa San Juan Pablo II, XIX Jornada Mundial de la Juventud, 2004, n. 5). Los sentimientos, que como todo lo humano son importantísimos, están llamados a integrarse con la voluntad para hacer el bien al otro. La voluntad, que es un dinamismo inteligente, no debe seguir a los sentimientos que no estén ordenados al bien objetivo.

Sin embargo, lo cierto es que, aunque lo anhelemos, no siempre nos es posible preferir y realizar el bien del otro por encima de nuestro propio bien. La razón es que la herida del pecado original, nuestros propios pecados y el ambiente cultural en el que vivimos, nos inclinan fácilmente al mal. De ahí que tenemos “que volver a Dios para aprender a amar y para tener la fuerza de amar. El Espíritu, que es Amor, puede abrir vuestros corazones para recibir el don del amor auténtico” (Papa Benedicto XVI, Vigilia de oración con los jóvenes en la plaza de la Catedral de Notre-Dame. París, 12-9-2008). El paradigma de este modo de amar que se nos propone es Cristo crucificado dando la vida por nuestra salvación. Es de la cruz de donde manan todas las gracias que pueden curar nuestro corazón para poder amar como Él nos ha amado. Amar siempre a Dios, a tu novia o novio, a tu esposo o esposa, a tus padres, incluso a tus enemigos, sin la gracia del Espíritu Santo es imposible. Memorizadlo. Como enseña el Papa Francisco “poder amar es un don de Dios, y debemos pedirlo” (Audiencia general, 15-3-2017). Necesitamos que la gracia de Jesucristo sane las heridas del corazón y que el Espíritu Santo nos haga vivir en la lógica del don de sí.

Por otra parte, “se habla de amor a la patria, de amor por la profesión o el trabajo, de amor entre amigos, entre padres e hijos, entre hermanos y familiares, del amor al prójimo y del amor a Dios. Sin embargo, en toda esta multiplicidad de significados destaca, como arquetipo por excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen, a primera vista, todos los demás tipos de amor.” (Papa Benedicto XVI, Encíclica Deus caritas est, n. 2). Y esto es así porque la sexualidad humana que nos configura como varón y mujer nos habla proféticamente del amor nupcial de Dios por su Pueblo y de Cristo por su Iglesia. En todo caso debéis recordar que “si el hombre pretendiera ser sólo espíritu y quisiera rechazar la carne como si fuera una herencia meramente animal, espíritu y cuerpo perderían su dignidad. Si, por el contrario, repudia el espíritu y por tanto considera la materia, el cuerpo, como una realidad exclusiva, malogra igualmente su grandeza. (…) ni la carne ni el espíritu aman: es el hombre, la persona, la que ama como criatura unitaria, de la cual forman parte el cuerpo y el alma. Sólo cuando ambos se funden verdaderamente en una unidad, el hombre es plenamente él mismo. (…) Ciertamente, el eros quiere remontarnos «en éxtasis» hacia lo divino, llevarnos más allá de nosotros mismos, pero precisamente por eso necesita seguir un camino de ascesis, renuncia, purificación y recuperación.” (Papa Benedicto XVI, Encíclica Deus caritas est, n. 5).

Por todo ello os invito a aprender a amar y a crecer en el amor – que, como sabéis, siempre es concreto y desciende al detalle de la vida cotidiana – yendo “a la escuela de la Virgen de Nazaret para aprender a amar a Dios y al prójimo, y a estar siempre disponibles para realizar la voluntad de Dios” (Papa San Juan Pablo II, Audiencia general, 16-5-2001). Os recuerdo que el noviazgo es un tiempo de discernimiento que debéis vivir con la gracia de Dios y guiados por la virtud de la castidad; de otro modo perderéis objetividad y libertad respecto a vuestro novio o novia y lo más importante: ofenderéis a Dios y al bello proyecto que tiene sobre vosotros. Por ello es necesario acudir a los sacramentos, escuchar la Palabra de Dios y dejarse ayudar por la comunidad cristiana: padres, pastores y catequistas. Cuando contraigáis legítimo matrimonio, amaros implicará, como grave obligación de justicia, entregaros totalmente el uno al otro al modo humano con el lenguaje del cuerpo y abiertos generosamente al don de la vida. Si no estáis dispuestos a donaros incondicionalmente, en cuerpo y alma y siempre según la voluntad de Dios, el matrimonio se verá privado de su razón de ser. Vuestro futuro matrimonio no es sólo para vosotros, está inserto en el plan de Dios y en la misión de amor universal de Cristo y de su Iglesia. Todas las personas han sido creadas por Dios con la vocación original al amor. Por eso conviene recordar que el amor al que estáis llamados “es la esencia de Dios mismo, es el sentido de la creación y de la historia, es la luz que da bondad y belleza a la existencia de cada hombre.” (Papa Benedicto XVI, Ángelus, 31-1-2010). Que San Valentín os conceda la gracia de descubrir el verdadero amor que dé sentido a vuestra vida. Como nos enseña San Pablo, el amor, participado de Dios, “es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta” (1 Co 13, 4-7).

Con mi bendición y todo afecto,

+ Juan Antonio Reig Pla, Obispo Complutense

Alcalá de Henares, 13 de febrero de 2019

Palabras del Papa Francisco a los recién casados

«Pero la cosa más importante es caminar juntos, colaborando, ayudándose mutuamente; pedir disculpas, reconocer los propios errores y pedir perdón, pero también aceptar las disculpas de los demás perdonando —¡cuán importante es esto!—. A veces pienso en los matrimonios que después de muchos años se separan. «Eh… no, no nos entendemos, nos hemos separado». Tal vez no han sabido pedir disculpas a tiempo. Tal vez no han sabido perdonar a tiempo. A los recién casados les doy siempre este consejo: «Reñid lo que queráis. Si vuelan los platos, dejadlos. Pero nunca acabar el día sin hacer las paces. ¡Nunca!». Si los matrimonios aprenden a decir: «Perdona, estaba cansado», o sólo un gesto: esta es la paz; y retomar la vida al día siguiente. Este es un buen secreto, y evita estas separaciones dolorosas. Cuán importante es caminar unidos, sin evasiones hacia adelante, sin nostalgias del pasado. Y mientras se camina se habla, se conocen, se cuentan unos a otros, se crece en el ser familia» (Papa Francisco, Discurso, 4-10-2013).
 

Palabras del Papa Benedicto XVI sobre el enamoramiento y el amor

«Desde el s. XIX, viene la emancipación del individuo, de la persona, y el matrimonio no se basa en la voluntad de otros, sino en la propia elección; comienza con el enamoramiento, se convierte luego en noviazgo y finalmente en matrimonio. En aquel tiempo, todos estábamos convencidos de que ese era el único modelo justo y de que el amor garantizaba de por sí el «siempre», puesto que el amor es absoluto y quiere todo, también la totalidad del tiempo: es «para siempre». Desafortunadamente, la realidad no era así: se ve que el enamoramiento es bello, pero quizás no siempre perpetuo, como lo es también el sentimiento: no permanece por siempre. Por tanto, se ve que el paso del enamoramiento al noviazgo y luego al matrimonio exige diferentes decisiones, experiencias interiores. Como he dicho, es bello este sentimiento de amor, pero debe ser purificado, ha de seguir un camino de discernimiento, es decir, tiene que entrar también la razón y la voluntad; han de unirse razón, sentimiento y voluntad. En el rito del matrimonio, la Iglesia no dice: «¿Estás enamorado?», sino «¿quieres?», «¿estás decidido?».Es decir, el enamoramiento debe hacerse verdadero amor, implicando la voluntad y la razón en un camino de purificación, de mayor hondura, que es el noviazgo, de modo que todo el hombre, con todas sus capacidades, con el discernimiento de la razón y la fuerza de voluntad, dice realmente: «Sí, esta es mi vida».Yo pienso con frecuencia en la boda de Caná. El primer vino es muy bueno: es el enamoramiento. Pero no dura hasta el final: debe venir un segundo vino, es decir, tiene que fermentar y crecer, madurar. Un amor definitivo que llega a ser realmente «segundo vino» es más bueno, mejor que el primero. Y esto es lo que hemos de buscar. Y aquí es importante también que el yo no esté aislado, el yo y el tú, sino que se vea implicada también la comunidad de la parroquia, la Iglesia, los amigos. Es muy importante esto, toda la personalización justa, la comunión de vida con otros, con familias que se apoyan una a otra; y sólo así, en esta implicación de la comunidad, de los amigos, de la Iglesia, de la fe, de Dios mismo, crece un vino que vale para siempre. ¡Os felicito!» (Benedicto XVI. Milán, 2-6-2012).
 

Historia de San Valentín y aspectos pastorales

San Valentín, obispo y mártir, patrón de la ciudad de Terni (Italia) y protector de los enamorados de todo el mundo nació en Terni en el 175 d.C. Valentín dedicó toda su vida a la comunidad cristiana que se había formado en la ciudad a cien kilómetros de Roma, donde arreciaba la persecución contra los seguidores de Jesús.

El eco de los clamorosos milagros realizados por el santo, llegó hasta Roma y se difundió pronto por todo el imperio, así fue que el Papa San Feliciano lo consagró  primer Obispo de la ciudad de Terni, y todavía hoy conserva los restos mortales. Su nombre está siempre unido al amor por un episodio que en aquel tiempo fue  muy clamoroso: cuenta la tradición que San Valentín fue el primer religioso que celebró la unión entre un legionario pagano y una joven cristiana. Seguidamente fueron muchos que desearon su bendición, todavía hoy  este hecho se recuerda durante la fiesta de la promesa en la Basílica que lleva su nombre en Terni. Durante el período de su vida pastoral fue muy amado por la población umbra. Durante las persecuciones cristianas San Valentín fue encarcelado y azotado en la vía Flaminia, lejos de la ciudad para evitar tumultos y represalias de parte de los fieles, y fue entonces martirizado. Al cuerpo del Obispo de Terni se le dio sepultura apresuradamente en un cementerio al aire libre, colocado en la segunda milla de la vía Flaminia, a poca distancia de Roma. Más tarde tres fieles discípulos lograron desenterrar el cuerpo y llevarlo de nuevo a  la ciudad, llamada entonces Interamna para asignarle una sepultura digna para su veneración. Fue el 14 de Febrero del 273 d.C. cuando fue martirizado. En el calendario romano pagano el 14 de Febrero era el día de la fiesta de la  fertilidad: San Valentín ha cubierto, en el calendario católico, esta festividad; la “elección del amor” en el matrimonio  pertenece al siglo XIX y por tanto, sólo en este siglo se pasó la fiesta de la fertilidad a la de los enamorados. Después de la muerte de San Valentín, la veneración por las gestas y ejemplo del Patrón del amor era cada vez más viva y se había difundido más allá de los confines de Roma. Los fieles de la ciudad en la cual había sido el primer Obispo, decidieron por tanto de hacerle un homenaje, construyendo una iglesia. Una suntuosa Basílica empezó a edificarse  precisamente allí donde los discípulos de San Valentín habían transportado su cuerpo y donde habían sido ellos mismos sepultados.

En el 1630 fueron terminados los últimos trabajos y la bendición fue oficiada el 20 de Julio del mismo año por parte del Obispo de Terni  Mons. Cósimo Mannucci. La consagración adviene en 1649 por parte del que era entonces Obispo de Terni, Cardenal Francisco Angel Rapaccioli. Los Padres Carmelitas cuidan hasta el día de hoy de la Basílica, que fue restaurada durante la segunda guerra mundial, cuando la iglesia  fue constituida parroquia, y finalmente entre mil novecientos sesenta y setenta  le fue conferido de manera definitiva el aspecto que tiene actualmente. El cuerpo de San Valentín está guardado en una urna de plata maciza construida en el 1906 y colocada debajo del altar mayor. La exhumación de las reliquias se realizó en el 1605 por voluntad del Obispo ternano  Juan Antonio Onorati que autorizó las excavaciones debajo del altar mayor de la Basílica. Un arca construida con lápidas de mármol conservaba una pequeña teca de plomo ornada tan sólo con una cruz. Eran los restos del cuerpo de San Valentín. Debajo del altar mayor  actualmente todavía visible está la cripta que era la tumba de San Valentín y un pequeño oratorio con un altar. En la cripta también  se encuentra la caja de mármol que contiene las cenizas de los cuerpos de los discípulos de San Valentín. En los  años 1971-72, contemporáneamente a la cripta que se ha podido mostrar, se dispuso un museo en el que están expuestos  algunos fragmentos y  hallazgos arqueológicos encontrados en las distintas excavaciones.

En la ciudad de Terni (Italia) se celebra la “fiesta de la promesa” de los enamorados que ha llegado a ser a partir de algunos años una manifestación de grande atracción donde se dan cita parejas de todas las partes de Italia y del extranjero. Es la fiesta del amor de todos aquellos novios que quieren intercambiar la promesa solemne de matrimonio en el día de San Valentín y en la basílica erigida sobre sus restos mortales. Junto a la solemne ceremonia de la promesa se celebra la de los matrimonios que festejan las bodas de plata, de oro o un largo período de vida conyugal para confirmar su amor con la nueva promesa solemne de continuar la vida juntos.





Marc Chagall. Le Cantique des Cantiques III. 1960


«Tobías, recordando lo que le había dicho Rafael, sacó de la bolsa el hígado y el corazón del pez y los arrojó en el brasero del incienso. El olor del pez expulsó al demonio, que huyó volando hasta la región de Egipto. Rafael salió inmediatamente tras él y lo retuvo allí, atado de pies y manos. Cuando todos hubieron salido y cerrado la puerta de la habitación, Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara: «Levántate, mujer. Vamos a rezar pidiendo a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos proteja». Ella se levantó, y comenzaron a suplicar la protección del Señor. Tobías oró así: «Bendito seas, Dios de nuestros padres, y bendito tu nombre por siempre. Que por siempre te alaben los cielos y todas tus criaturas. Tú creaste a Adán y le diste a Eva, su mujer, como ayuda y apoyo. De ellos nació la estirpe humana. Tú dijiste: “No es bueno que el hombre esté solo; hagámosle una ayuda semejante a él”. Al casarme ahora con esta mujer, no lo hago por impuro deseo, sino con la mejor intención. Ten misericordia de nosotros y haz que lleguemos juntos a la vejez». Los dos dijeron: «Amén, amén». Y durmieron toda la noche. Ragüel se levantó y fue con sus criados a cavar una fosa, pues se dijo: «Es posible que haya perecido, y ello nos convierta en burla y escarnio para la gente». Cuando terminaron de cavar la fosa, Ragüel volvió a casa, llamó a su mujer y le dijo: «Manda que vaya una criada a ver si está vivo. Si ha muerto, lo enterraremos sin que nadie se entere». Encendieron una lámpara, abrieron la puerta e hicieron entrar a la criada. Ella los encontró acostados, durmiendo los dos juntos. Salió y les dijo: «Está vivo. No le ha pasado nada». Entonces Ragüel dio gracias al Dios del cielo: «Bendito seas, Dios, con toda verdad. Que te bendigan todos los siglos. Bendito seas por el gozo que me das: no ha pasado lo que me temía, y nos has mostrado tu gran misericordia. Bendito seas por haberte compadecido de estos dos hijos únicos. Señor, derrama sobre ellos tu misericordia y protección. Concédeles larga vida de amor y felicidad». Después ordenó a los criados que cerraran la fosa antes del amanecer.» (Tb 8, 2-18).

La primacía de la gracia: para orar y meditar: «El principio de la primacía de la gracia debe ser un faro que alumbre permanentemente nuestras reflexiones sobre la evangelización» (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, n. 112)


El Buen Samaritano de Gustave Doré

algunas otras iniciativas familiares de la Diócesis de Alcalá de Henares:



Sobre la misión de la Iglesia Católica

Concilio Vaticano II

«Mas como Jesús, después de haber padecido muerte de cruz por los hombres, resucitó, se presentó por ello constituido en Señor, Cristo y Sacerdote para siempre (cf. Hch 2,36; Hb 5,6; 7,17-21) y derramó sobre sus discípulos el Espíritu prometido por el Padre (cf. Hch 2,33). Por esto la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando fielmente sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese reino. Y, mientras ella paulatinamente va creciendo, anhela simultáneamente el reino consumado y con todas sus fuerzas espera y ansia unirse con su Rey en la gloria.» (Lumen gentium, 5)

Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica

«La misión de la Iglesia es la de anunciar e instaurar entre todos los pueblos el Reino de Dios inaugurado por Jesucristo. La Iglesia es el germen e inicio sobre la tierra de este Reino de salvación» (n. 150)

Papa Francisco

«En el ámbito de la misionariedad creo que la Iglesia debe caminar un poco más, convertirse más, porque la Iglesia no es una ong, sino que es la esposa de Cristo que tiene el tesoro más grande: Jesús. Y su misión, su razón de existir es precisamente esta: evangelizar, es decir, llevar a Jesús.» (Visita pastoral: Encuentro con el clero, los religiosos y los diáconos permanentes en la Catedral, Nápoles, 21-3-2015)

La Iglesia «no es una agencia humanitaria, la Iglesia no es una ONG, la Iglesia está enviada a llevar a todos a Cristo y su Evangelio» (Audiencia General, 23-10-2013)

«Sed también vosotros auténticos evangelizadores. Que vuestras iniciativas sean “puentes”, senderos para llevar a Cristo, para caminar con Él» (Homilía en la Santa Misa con ocasión de la Jornada de las cofradías y de la piedad popular, 5-5-2013)

Papa Benedicto XVI

«La misión de la Iglesia es la continuación de la de Cristo: llevar a todos el amor de Dios, anunciándolo con las palabras y con el testimonio concreto de la caridad» (Ángelus, 1-10-2006)

Papa San Juan Pablo II

«El centro mismo de la misión de la Iglesia es la proclamación de Jesucristo como Verdad viva, verdad revelada, verdad explicada, comprendida y acogida en la fe, verdad transmitida a las nuevas generaciones» (Ecclesia in Oceania, 22-11-2001).

“La misión primaria de la Iglesia es anunciar el Evangelio de manera tal que garantice la relación entre fe y vida tanto en la persona individual como en el contexto socio-cultural en que las personas viven, actúan y se relacionan entre sí. Evangelización significa «llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad … No se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o en poblaciones cada vez más numerosas, sino de alcanzar y como trastocar mediante la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación»” (Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae, 15-8-1990)

Papa San Pablo VI

«La misión de la Iglesia es esencialmente religiosa, es comunicación de gracia y consiste en prolongar en el mundo la vida de Cristo, en hacer partícipe a la humanidad de sus misterios, la Encarnación y la Redención» (Discurso a la Comisión Pontificia para América Latina y al Consejo Episcopal Latinoamericano, 9-7-1963)

Papa San Juan XXIII

“La difusión de la verdad y de la caridad de Cristo es la verdadera misión de la Iglesia, que tiene el deber de ofrecer a los pueblos «en la medida más grande posible, las sustanciales riquezas de su doctrina y de su vida, mantenedoras de un orden social cristiano»” (Encíclica Princeps Pastorum, 28-11-1959)


Algunos documentos de la Iglesia sobre algunas ideologías

La tentación de Jesús en el monte. [El diablo] le mostró [a Jesús] los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque esta escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”»
(Mt 4, 8b-10)

«Todo pasa, solo Dios permanece. Han pasado reinos, pueblos, culturas, naciones, ideologías, potencias, pero la Iglesia, fundada sobre Cristo, a través de tantas tempestades y a pesar de nuestros muchos pecados, permanece fiel al depósito de la fe en el servicio, porque la Iglesia no es de los Papas, de los obispos, de los sacerdotes y tampoco de los fieles, es única y exclusivamente de Cristo. Solo quien vive en Cristo promueve y defiende a la Iglesia con la santidad de vida, a ejemplo de Pedro y Pablo.» (Papa Francisco, Homilía en la Santa Misa y bendición de los palios para los nuevos metropolitanos en la solemnidad de san Pedro y san Pablo, 29 de junio de 2015).

Sobre la ideología de género (gender) y las teorías queer y cyborg, el transhumanismo, el posthumanismo, el capitalismo tecno-nihilista y la tecno-redención: Últimos Papas, Santa Sede, Conferencia Episcopal Española y más
New Age – Next Age, pseudociencias, supersticiones, sectas, etc.: algunos documentos
Sobre la «ideología del nacionalismo»: Papa San Juan Pablo II, Audiencia general, n. 5, 11-10-1995
Sobre el comunismo ateo: Papa Pío XI, Encíclica Divini redemptoris, 19-3-1937
Sobre la situación de la Iglesia Católica en el Reich alemán: Papa Pío XI, Encíclica Mit brennender Sorge, 14-3-1937
Acerca del fascismo: Papa Pío XI, Encíclica Non abbiamo bisogno, 29-6-1931
Sobre las doctrinas de los modernistas: Papa San Pío X, Encíclica Pascendi Dominici Gregis, 8-9-1907
Sobre el socialismo: Papa León XIII, Encíclica Quod Apostolici Muneris, 28-12-1878
Sobre la masonería: Algunos documentos