7 de noviembre de 2021: Día de la Iglesia Diocesana

«Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 19-20)


Sobre la misión de la Iglesia Católica

Concilio Vaticano II

«Mas como Jesús, después de haber padecido muerte de cruz por los hombres, resucitó, se presentó por ello constituido en Señor, Cristo y Sacerdote para siempre (cf. Hch 2,36; Hb 5,6; 7,17-21) y derramó sobre sus discípulos el Espíritu prometido por el Padre (cf. Hch 2,33). Por esto la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando fielmente sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese reino. Y, mientras ella paulatinamente va creciendo, anhela simultáneamente el reino consumado y con todas sus fuerzas espera y ansia unirse con su Rey en la gloria.» (Lumen gentium, 5)

Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica

«La misión de la Iglesia es la de anunciar e instaurar entre todos los pueblos el Reino de Dios inaugurado por Jesucristo. La Iglesia es el germen e inicio sobre la tierra de este Reino de salvación» (n. 150)

Papa Francisco

«En el ámbito de la misionariedad creo que la Iglesia debe caminar un poco más, convertirse más, porque la Iglesia no es una ong, sino que es la esposa de Cristo que tiene el tesoro más grande: Jesús. Y su misión, su razón de existir es precisamente esta: evangelizar, es decir, llevar a Jesús.» (Visita pastoral: Encuentro con el clero, los religiosos y los diáconos permanentes en la Catedral, Nápoles, 21-3-2015)

La Iglesia «no es una agencia humanitaria, la Iglesia no es una ONG, la Iglesia está enviada a llevar a todos a Cristo y su Evangelio» (Audiencia General, 23-10-2013)

«Sed también vosotros auténticos evangelizadores. Que vuestras iniciativas sean “puentes”, senderos para llevar a Cristo, para caminar con Él» (Homilía en la Santa Misa con ocasión de la Jornada de las cofradías y de la piedad popular, 5-5-2013)

Papa Benedicto XVI

«La misión de la Iglesia es la continuación de la de Cristo: llevar a todos el amor de Dios, anunciándolo con las palabras y con el testimonio concreto de la caridad» (Ángelus, 1-10-2006)

Papa San Juan Pablo II

«El centro mismo de la misión de la Iglesia es la proclamación de Jesucristo como Verdad viva, verdad revelada, verdad explicada, comprendida y acogida en la fe, verdad transmitida a las nuevas generaciones» (Ecclesia in Oceania, 22-11-2001).

“La misión primaria de la Iglesia es anunciar el Evangelio de manera tal que garantice la relación entre fe y vida tanto en la persona individual como en el contexto socio-cultural en que las personas viven, actúan y se relacionan entre sí. Evangelización significa «llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad … No se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o en poblaciones cada vez más numerosas, sino de alcanzar y como trastocar mediante la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación»” (Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae, 15-8-1990)

Papa San Pablo VI

«La misión de la Iglesia es esencialmente religiosa, es comunicación de gracia y consiste en prolongar en el mundo la vida de Cristo, en hacer partícipe a la humanidad de sus misterios, la Encarnación y la Redención» (Discurso a la Comisión Pontificia para América Latina y al Consejo Episcopal Latinoamericano, 9-7-1963)

Papa San Juan XXIII

“La difusión de la verdad y de la caridad de Cristo es la verdadera misión de la Iglesia, que tiene el deber de ofrecer a los pueblos «en la medida más grande posible, las sustanciales riquezas de su doctrina y de su vida, mantenedoras de un orden social cristiano»” (Encíclica Princeps Pastorum, 28-11-1959)